No sabe en que momento se le ocurrió que ella podía volver a ser feliz.
Andando distraída por la vida, había olvidado todo el daño que había causado, las lágrimas que rodaron por su culpa, por su ego, por su insensatez.
Pero el pasado no perdona y siempre pasa factura, justo en esos momentos en los que se cree que se va a lograr volver a ser feliz, volver a reír, suena el teléfono para recordarle que no tiene derecho, que aún tiene una cuenta muy larga por pagar.
No importa cuantos esfuerzos, cuantos intentos, cuantos sacrificios realice, esa voz siempre volverá para recordarle lo inmensamente miserable que ella fué.
Esa vez en el balcón
Esa vez en el bar
Esa vez en el aeropuerto
Esa vez
Y esas tantas otras veces...
Huir siempre fué su solución. Huyó de los problemas, huyó de las peleas, huyó de los reclamos. Sólo hubo algo de lo que ella nunca pudo huir y fué del corazón de él, aquel corazón que volvió trizas una noche en la calle diciéndole que nunca volvería a él. Aquel corazón que esa noche, en medio de la nada,le gritaba mientras ella se iba, que núnca volvería a ser feliz porque en esta vida todo se paga.
La factura entró esta noche, por debajo de la puerta, recordándole que tiene una deuda pendiente con la vida y que la única manera de pagarla es dejando de lado su felicidad.
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