Salía a caminar todos los días muy temprano a las 7 a.m. Caminaba rápidamente durante 37 minutos solo con el fin de quemar algunas calorías y comenzar el día activamente. Llegaba a la casa, tomaba una ducha, envolvía su pelo en la toalla verde y se vestía.Ya con la ropa puesta, se soltaba el pelo y dejaba que el aire empezara a juguetear con él.
Ese era el principio de todo. A veces un poco de sol o un poco de lluvia, a veces un poco de soledad.
Hasta que un día en una de sus caminatas por la vida, lo encontró a él, caminando por la misma acera, despacio, distraído, golpeando piedras, buscando tropezar con alguna. Ella, sumergida en sus audífonos no se percató de su presencia hasta ese instante. Ese minúsculo instante en que los hombros chocaron y ella al voltear a mirar solo pudo distinguir en él la cara de Whaat thattt heeelll???
Se quedó inmóvil, petrificada, como si a parte de esa cara hubiera reconocido en esos ojos un brillo anterior. Una historia pasada, encarnada en otro cuerpo. Tan sólo sintió que esa no sería la ultima vez que se chocarían los hombros.
Y tal cual, como si fuera un cuento de Cortazar donde los encuentros casuales son los protagonistas, empezaron una historia. Una rara historia.
Se veían casi todos los días atraídos por la pasión que sus cuerpos generaban, atraídos por el brillo siniestro de sus miradas, acostumbrados ya, a la aburrida rutina que los contenía.
Llegó un día en el que ella, como era de esperarse se empezó a sentir atraída por algo más que su apariencia; se empezó a sentir atraída por sus ideas, por su despotismo, por su frialdad, pero a su vez, se empezó a sentir incomoda con su juego, no le gustaba ser parte de su estrategia, aquella que rezaba simplemente sexo y pasión, aquella que rezaba solo un rato para compartir.
Apenas como por instinto, ella empezó a dejar de lado a todos los Don Juanes que rondaban su ventana cada noche, mientras él, como parte de su estrategia, cada día buscaba más Lady Blues que le aumentaran su ego. De hecho, esa mañana cuando sus hombros chocaron, él venia pensando en la Lady Blue que tenia de turno.
Ella cuadriculada como solía ser, nunca estuvo de acuerdo con eso, ya que si algo tenia claro y repetía constantemente en su cabeza era esto: "Si a otra se lo hace conmigo, a mi me lo hará después con otra". Motivo por el cual después de una largo día de pensar decidió quedarse quieta y no ser parte más de un muestreo estadístico.
Llegó esa tarde a dar la charla, como todos los sábados solía hacerlo y al final solo pudo decirle una cosa a su audiencia:
"No estoy dispuesta a jugar conmigo misma. No estoy dispuesta a romper mis sentimientos por un rato de pasión, sencillamente porque no tengo el tiempo de reconstruir todo aquello que un placer puede romper".
Silencio sepulcral invadió la sala.
No hubo murmullos
Todos se levantaron y salieron por la puerta, mientras ella, callada y casi tranquila movía repetitiva mente su pluma contra el escritorio.
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